sábado, 10 de outubro de 2009

Una mujer sabia

Dicen que a cierta edad las mujeres nos hacemos invisibles, que
nuestro protagonismo en la escena de la vida declina y que nos
volvemos inexistentes para un mundo en el que sólo cabe el ímpetu
de los años jóvenes. Yo no sé si me habré vuelto invisible para el
mundo, es muy probable, pero nunca fui tan consciente de mi
existencia, nunca me sentí tan protagonista de mi vida, y nunca
disfruté tanto de cada momento de mi existencia como ahora.

Descubrí que no soy una princesa de cuento de hadas, descubrí al
ser humano que sencillamente soy, con sus miserias y sus grandezas.
Descubrí que puedo permitirme el lujo de no ser perfecta, de estar
llena de defectos, de tener debilidades, de equivocarme, de hacer
cosas indebidas, de no responder a las expectativas de los demás.
Y a pesar de ello.... ¡quererme mucho!

Cuando me miro al espejo ya no busco a la que fui... sonrió a la
que soy.... Me alegro del camino andado, asumo mis contradicciones.
Siento que debo saludar a la joven que fui con cariño, pero dejarla
a un lado porque ahora me estorba. Su mundo de ilusiones y
fantasía, ya no me interesa.

¡Qué bien vivir sin la obsesión de la perfección¡ ¡Qué bien no
sentir ese desasosiego permanente que produce correr tras los
sueños! "La vida es tan corta y el oficio de vivirla es tan
difícil, que cuando uno comienza a aprenderlo, ya hay que morirse."

"Mujer ejemplar, ¿dónde se hallará? ¡Es más valiosa que las piedras
preciosas! Su esposo confía plenamente en ella y no necesita de
ganancias mal habidas. Ella le es fuente de bien, no de mal, todos
los días de su vida... Sus hijos se levantan y la felicitan;
también su esposo la alaba. Muchas mujeres han realizado proesas,
pero tú las superas a todas. Engañoso es el encanto y pasajera la
belleza; la mujer que teme al Señor es digna de alabanza. ¡Sean
reconocidos sus logros, y públicamente alabadas sus obras!"
Proverbios 31:10-12 y 31:28-31.